La pianista

El telón se abría y ya estaba tocando con un don celestial, sus manos tocaban las piezas bicolor con una pasión comparada a la primera noche de bodas de una pareja que se ama; la música entró a mis oídos con tal gracia que imaginé a miles  de ángeles recitando un soneto jamás escrito.
Levantó la vista y miró al público que con los ojos cerrados gozaba la melodía que desprendía al rozar el marfil con la piel de sus dedos.
Las notas iban subiendo la intencidad de su tono en mis oídos mientras que en mi pecho los latidos de mi corazón se elevaban a mil por hora... Seguía tocando.
Ya terminada su obra la pianista se levantó sutilmente de su instrumento, se inclino frente a los espectadores e hizo una reverencia mientras yo aplaudo y cierro los ojos; cuando los abrí ella metió la mano en una bolsa y  sacó algo de ahi, de pronto todo quedó en silencio.
Se desataron gritos por todos lados, la gente huía para cualquier lado y se escondían... Todo era un verdadero caos.
La pianista lo volvía a hacer, una obra de arte tras una máscara de masacre, los disparos se escucharon con un ritmo que sólo ella podía darle, sonaban con tal majestuosidad que los gritos combinaban con el momento. Tiempo después era yo el último vivo. La mujer me tomó del brazo como si fuera su pareja, se acercó a mí oído lentamente y mientras tomaba un cuchillo de la mesa cercana me susurro - Para el gran final - lo clavo en mi costado provocando que mi sangre saliera como champagne de una botella recién abierta - Grita -... Lo único que escuché después era la melodía de un piano que se extaciaba con el dulce tacto de la pianista...